Recibí la oportunidad de realizar mi propio proyecto artístico con los brazos abiertos. Era junio del 2021, todavía estaba mi agenda repleta de exámenes, fechas límite y un largo etcétera pero ahí estaba anotado: Enviar candidatura para GAST 2021. El año pasado intenté participar en esta fantástica iniciativa de la organización Fameus en Amberes. Sin embargo, la situación no fue la idónea. Todo terminó por estallar con el fallecimiento de mi padre el 19 de agosto de 2020. Así que, este año, sí que sí, quería abordar este proyecto y llevarlo hasta el final.
No ha sido fácil. Comencé estas vacaciones con una sensación de estar francamente agotado: Final de curso de mi carrera de Dietética y Nutrición, final de curso en las dos escuelas en las que empecé a trabajar este año, final de la que espero que sea la última mudanza. Me apetecía descansar: con todas las letras. Pero al final, regresé de mis vacaciones en agosto a Amberes, y tras dos días, ya estaba dando vueltas a la cabeza en cómo dar forma a mi exposición: Manos a la obra.
Tras varios años trabajando más el aspecto de la poesía oral, esta vez tenía claro que quería probar otro campo: exponer mi trabajo y que sea el lector el que se reconstruya mi historia personal en su mente. Que sea el lector el que elija las partes que más dejan huella en él/ella. Que sea el visitante el que decida qué textos quiere releer dos veces y cuáles deja pasar.
Aunque en un principio, la idea estaba bastante vagamente dibujada en mi mente: Había ideas de crear un laberinto teatral o con objetos y no sabía exactamente qué partes utilizar de mis experiencias con mi padre para realizar la exposición. Incluso llegué a pensar en reflexionar y escribir sobre las reacciones de mis otros hermanos ante la situación dada ante mi padre y así retratar las diferentes formas de reaccionar ante un hecho tan sumamente "corrosivo" en la vida de una persona. Finalmente, decidí dedicar esta exposición exclusivamente a mi padre y a cómo viví los últimos momentos con él.
Cuando estuve en España, me llegué a plantear la posibilidad de organizar una misa por el alma de mi padre. Sé que es algo muy tradicional y muy típico pero en el fondo, no sentía que fuese algo que me llenase. Sin embargo, este trabajo tan personal, sí que lo he sentido como una buena forma de homenajear a mi padre y de recordarlo. Me ha servido para acercarme a mi recuerdo, a mi pasado, y para traer a mi padre al presente: Gracias a este trabajo, he vuelto a sentir la "presencia" de mi padre en mis recuerdos y me he tomado el tiempo para descubrir "las ausencias" que ha dejado en mi presente. Es algo bonito dedicar tiempo a pasear por tu memoria para descubrir "las sombras" de alguna persona importante para ti que se ha ido.
Todo comenzó rebuscando en mis textos escritos el año pasado: poemas, sensaciones, pensamientos, ideas... además, comencé a reescucharme conversaciones de Whatsapp y a releer mi diario y al final, encontré ese poema que escribí horas antes de fallecer mi padre, justo después de haber pasado mi última noche junto a él. En base a este poema, empecé a enhebrar otros textos y otros poemas y sensaciones. Al fin y al cabo, este poema se transformó en un árbol en torno al cual empecé a colocar el resto de las "ramas".
El proyecto comenzó a coger forma. El proyecto se transformó en un "collage" con una estructura muy clara en mitad del caos de los recuerdos. Decidí centrarme en el último día de vida de mi padre, aunque otros textos escritos en otros momentos también encajaban muy bien y daban más forma y un sentido más profundo a la exposición. Textos rudos, lo que me salía del alma en aquel momento... No he escondido nada para esta exposición.
Al final, mezclé textos más poéticos con otros más realistas, prosa con poesía, español con holandés... porque nuestra memoria también es especialista en crear mezclas de emociones que terminan expresándose en determinadas sensaciones en nuestro cuerpo. Gracias a los coaches, me dí cuenta de la importancia que tenía el respetar el desorden de los recuerdos en esta exposición. El desorden de los textos creaba un collage de impresiones en el espectador y nuestro cerebro de homo sapiens, tan deseoso de encontrar patrones reconocibles, similitudes con sus experiencias pasadas... el cerebro del espectador empezaba a trabajar y la variedad generaba más enganche, más ganas de saber qué es lo que hay aquí expuesto.
Y al final, gracias a los curadores de Fameus, ahí estuvo P A P A, una obra expuesta durante el fin de semana del 27 y el 28 de agosto.
Una obra que me ha llevado a rebuscar dentro de mí, a rebuscar en mis sentimientos, en remover parte del dolor que todavía siento y a buscar su origen. Me ha encantado el proceso de elaborar una obra de este tipo: escribir los textos, reescribir, eliminar, seleccionar, encontrar inspiración en otros textos y en las palabras o trabajos de otr@s artistas... No ha sido fácil para mí. De hecho, no empecé antes a preparar esta exposición porque durante mis vacaciones en España sentía que "no era el momento" de ocupar mi mente y mis sentidos con todo lo que sucedió hace un año. Sentía que este verano era una pausa merecida para sanar y curarse de las heridas que va dejando el transcurso de la vida.
Como dice José Bergamín: "Buscar las raíces es una forma subterránea de irse por las ramas". Buscando el origen de mi dolor y mi pena, me fui volando con mi creatividad a descubrir otros mundos y otras perspectivas.
Esta obra me ha llevado a mi esencia como persona. Me ha hecho volver a darme cuenta de la importancia de la "creatividad" en mi vida diaria. Me ha obligado a mirar de nuevo a los ojos a todo lo sucedido el año pasado, pero con una mirada renovada. No odio a la vida por todo lo que sucedió el año pasado, no creo en un complot de la vida o de algún Dios malvado que me ha arrebatado algo que "me pertenecía". Si no que he desarrollado una mirada aceptadora de lo que ha sucedido, una mirada desde la comprensión de que la vida tiene un final. De ahí que en esta exposición haya hecho una referencia clara al "Memento mori": Cuando algún general romano regresaba a Roma a celebrar con un desfile una victoria en alguna batalla, siempre llevaba cerca un esclavo que lo susurraba al oído: "Recuerda que eres un mortal".
Me siento francamente orgulloso del trabajo realizado. Y de las críticas y conversaciones: "Escribes tu realidad de un modo muy natural y rudo, pero lo escribes con mucho respeto", "Eres muy valiente a la hora de compartir algo tan íntimo en una exposición de este tipo", "Muchas gracias, porque tienes las palabras que yo no encuentro para describir mi situación". Palabras que salen del corazón de las personas con las que realmente estableció una conexión mi exposición.
Una exposición a la que había que darla su tiempo y que no se veía en 2 minutos. Una de las cimas más bonitas que puede alcanzar un artista es la de que su obra sirva de abrigo a lo que no es capaz de expresar otra persona. Un abrigo que no juzga, una obra que te deja a ti tu tiempo de replantearte tu situación, un abrigo que está ahí y que no te exige explicaciones.
Un orgullo haber realizado esta exposición. Un orgullo para la memoria de mi padre. Un orgullo el compartir mi mundo con el tuyo. Un orgullo el volverme a desnudar ante el espectador con un papel y un boli. Un orgullo el haber transformado la pérdida de mi padre en una ayuda para los demás para poder situar sus sentimientos y sus emociones y para poder sentir reconocimiento. Un orgullo el haberte dicho: "no sientas vergüenza, esto lo he pasado yo también y sé que es muy duro".
Y aquí seguiré, en este blog, para seguir compartiendo mi mundo contigo. Nos vemos en el siguiente artículo.
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