Tras el durísimo año pasado en nuestras vidas, tomé la decisión de leer aquellos libros que siempre había pensado que me leería algún día. Uno de los libros en mi lista era: “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez.
Juan Ramón Jiménez
Nace
en Moguer, Huelva, en el año 1881. Y escribió este libro, Platero y yo,
en Moguer también, en el año 1914. Un libro por y para su pueblo natal, Moguer.
Sin duda, me quedo con las ganas de ir a visitar este rincón del mundo.
Me
encantó una analogía entre su vida y la mía. Falleció su padre, súbitamente, y
este hecho despertó en la personalidad de Juan Ramón una fragilidad extrema.
Todo ello sumado a su temperamento melancólico… se desarrolló en él una
tendencia a la soledad.
Siempre recibió el apoyo incondicional de su mujer Zenobia Campubrí. Incluso en el exilio. La importancia de Zenobia en la vida de Juan Ramón es enorme. De hecho, cuando fallece Zenobia, Juan Ramón se sumerge en un período de pena y tristeza profunda. Me encanta leer estos acontecimientos en las biografías de los autores: dejan claro que en realidad son personas que se apoyan en los demás, y no son líderes solitarios que se asemejan a alienígenas iluminados provenientes de otro planeta.
Modernismo
Siempre
me ha costado mucho leer obras procedentes de la corriente modernista: Textos
exóticos, muy simbólicos, muy engalanados, muchos adjetivos (y de los
rebuscados), descripciones extensas, idealizaciones… No es fácil de digerir una
obra así para mi estómago literario.
Platero y yo se
encuadra dentro de la etapa sensible de la obra de Juan Ramón. Hablamos de una
literatura muy sentimental, llena de metáforas, emociones… Son textos que en
los que el autor se lanza a la búsqueda de la perfección en la expresión de sus
sentimientos. De rizar el rizo, vaya. Y esto se hace pesado para muchos
lectores, y más en un mundo en el que estamos muy acostumbrados a lo inmediato,
a que las cosas vayan rápido, a la acción-reacción…
Platero y yo
Narración
lírica. También hay una versión disponible para niñ@s. En este libro se ensalza
la “infancia”. Y mi consejo es que cada capítulo te sirva para ejercitar tu
capacidad “mindfulness”. Es un libro para disfrutar como una onza de chocolate
puro que la vas dejando que se vaya deshaciendo en la boca mientras la vas pasando
de un lado a otro con la lengua.
Platero,
el borriquillo que acompaña al protagonista en cada capítulo, toma forma,
significado, y se va transformando en “uno más” dentro de nuestro mundo
imaginario.
Naturaleza
“Miedo. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible cielo
bajo ahoga el amanecer (No hay por donde escapar). Silencio. El amor se para.
Tiembla la culpa. El remordimiento cierra los ojos. Más silencio…”
La
naturaleza forma parte del ser humano. Sirve como reflejo de los sentimientos,
las emociones… la naturaleza ofrece una explicación para el sentimiento humano
pero también se comporta en sí misma de un modo humano:
“El trueno, sordo, retumbante, interminable, como un
bostezo que no acaba del todo…”
La
naturaleza ocupa un papel central y dominante. Con Platero y yo
aprendemos a poner el foco y la atención en aquellos elementos que pasan
desapercibidos en una existencia que va a una velocidad tan sumamente
deslumbrante como en nuestros días.
La gastronomía
Uno
de los aspectos que más me han llamado la atención de este libro, es la ancha
relación con los sentidos. La capacidad de hacer sentir que se encuentra
concentrada en la historia de Platero y yo:
Es
sorprendente la capacidad de insuflar vida propia en elementos cotidianos. Este
libro nos obliga a hacer una pausa. A observar un bodegón con un significado
misterioso. A ver la realidad con unas gafas muy diferentes a las que nos ponen
delante otros muchos medios en este mundo actual.
La fábula
Me ha
encantado este capítulo: el número CXXV. Es muy declarador sobre la
personalidad de Juan Ramón:
“Desde niño, Platero, tuve un horror instintivo al
apólogo, como a la iglesia, a la Guardia Civil, a los toreros y al acordeón”.
Juan
Ramón huye del camino establecido, y eso nos lo deja bien claro con palabras
como “… pero siempre dejaba sin leer la moraleja, ese rabo seco, esa ceniza,
esa pluma caída del final”.
Un
libro siempre lleva la impronta de su autor. Y en este caso nos encontramos,
muchas veces, detrás de los recovecos de las palabras, a Juan Ramón.
Muchos aspectos
Da
mucho que hablar Platero y yo. Pero aquí os dejo un resumen breve para
que os animéis a abrir la portada que da la bienvenida a este mundo imaginario.
Quedan muchos aspectos que no he tratado: la tradición, el respeto a los
animales, el paso de la vida…
“La estación convida a mirarnos el alma, Platero. Ahora
tendremos otro amigo, el libro nuevo, escogido y noble. Y el campo se nos
mostrará abierto ante el libro abierto, propicio en su desnudez al infinito y
sostenido al pensamiento solitario”
Espero
que la lectura, sea cual sea el libro, os llene de sensaciones y que os dejéis
llevar por la imaginación como niñ@s que seguimos siendo.
Comentarios
Publicar un comentario