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"If you say the word". Radiohead o la radio de mi cabeza.

Radiohead, mi banda favorita desde que un gran amigo mío me dijese hace unos años: "Tío, tienes que escuchar esto, va mucho con tu forma de ser". Y a partir de ese momento, me empecé a escuchar toda la discografía de este grupo, a buscar traducciones de sus canciones, a reflexionar con su música y sus textos... 

Me encanta Radiohead. Llegué con sus canciones a ese punto en el que uno no sabe si la música que escucha describe por casualidad todo lo que uno está viviendo en su vida en un momento determinado o si en realidad uno está haciendo todo lo posible por llevar una vida a semejanza de las letras y la música que está escuchando en ese periodo de su vida.

Tras un tiempo sin escuchar la música de esta banda, el otro día acertó el algoritmo de Youtube en recomendarme una canción: "If you say the word", de Radiohead. Desde el día 23 de septiembre grabó la banda un nuevo videoclip para esta canción. No puedo dejar pasar la ocasión sin más... así que aquí estoy, dispuesto a escribir una entrada sobre Radiohead.

Me encanta como suena la guitarra y el paisaje que dibuja musicalmente la banda en esta canción. La música es muy melancólica y solitaria y luego se va complicando suavemente, despacio, a lo largo y ancho de la canción.

Viajo con los acordes solitarios de la guitarra de esta canción. Me lleva a recordar uno de esos días saliendo a pasear sólo, tras un día de lluvia ahí fuera. Uno de esos días en los que me voy al parque, desbocado, harto de estar en casa. Va anocheciendo poco a poco pero todavía hay luz suficiente para ver y esquivar los charcos que ha dejado la lluvia. Hace fresco. Siempre me llega un poco de arena mojada a ensuciar el zapato tras andar por el camino de tierra. Voy metido en mis pensamientos. Viendo todo a mi alrededor pero mirando a la nada. Como siempre, mi cabeza va a 1000 por hora. Llevo los cascos puestos para encerrarme en mi mundo y tratar de escaparme de todas esas necesidades superfluas impuestas por este mundo moderno.

Poco a poco me voy adentrando en la zona de árboles del parque, donde las ramas de los árboles se juntan encima de mi cabeza. La luz llega con dificultades entre medias a iluminar el camino. Voy andando, pero también voy viajando fuera de mi mente, dejando guiar mis pensamientos por la música. Miro al cielo, pero las ramas de los árboles me tapan la visión. Aun así, veo un trozo de azul y otro trozo blanco grisáceo de alguna nube. Parece que, a pesar de estar andando entre árboles y por la naturaleza, sigo en una especie de "jaula".  A mi alrededor, todavía caen las últimas gotas de lluvia rezagadas de las hojas de los árboles. Con el viento cae alguna gota sobre algún charco y así aparecen unas ondas que desaparecen en los extremos del charco.

Observando los reflejos de los árboles en los charcos, tengo la sensación de que se me están escapando muchos momentos en este preciso instante: momentos para revisar el correo, para escribir esa metáfora, para pensar en cómo dar forma a esa idea, momentos para verme ese documental que tanto quería ver y analizar... Sin embargo, esta vez quiero dejar pasar todas esas cosas que podría hacer en este momento. Quiero no ser productivo. No quiero rellenar este momento. Me siento a gusto con mi música, con mi mundo y con el mundo que me rodea. Me siento yo. 

Continúo escuchando la canción, y tengo la sensación de que he dejado pasar mi vida pidiendo un deseo a una estrella fugaz y esperando a que me llegase una señal que me transmita que mi deseo ha llegado o que se puede cumplir. A veces, pienso que he vuelto a dejar pasar mi tiempo pensando en cómo puedo llegar a ser esa persona que no soy, en cómo puedo llegar a hacer muy bien esas cosas que, en realidad, tan poco me interesan. En mi paseo pienso que dejamos pasar gran parte de nuestra vida esperando. Pero esperando, ¿a qué, a quién? Las estrellas fugaces se repiten diariamente en mi Instagram, Facebook, Youtube... Parece que si siguiese tal y cual consejo, tras un tiempo, fuese a conseguir tal o cual objetivo.  

Me olvido de lo afortunado que soy por lo que soy en este momento. Me olvido de que la gente que me quiere y aprecia, no me quiere y aprecia por lo que yo pienso que me quieren y aprecian. Ell@s tienen sus motivos. Pienso que muchas veces terminamos suponiendo demasiado y que nos montamos nuestra propia historia sobre nosotros mismos y nuestra vida. Perdemos de vista lo que somos y lo cambiaríamos sin dudar un segundo por aquello que nos venden que podríamos llegar a ser.  

Pienso en todos esos objetivos que me gustaría haber cumplido. Siento cómo mi alma se va al suelo durante mi paseo y siento que hay mucha tierra de por medio. Me he alejado demasiado de mi esencia, de mi superficie como persona. De nuevo, me he perdido en ese mundo abstracto de expectativas que pensamos que tienen los demás sobre nosotros. En ese instante de mi paseo, siento el peso de la vida. Me cuesta moverme. Me cuesta dar un paso. Me pregunto el por qué he vuelto a caer en esa maldita trampa.

Te dejo la última frase de la canción y que acompaña mi paseo: "Cuando cambias a tus amigos así como te cambias de ropa". Silencio. Dejemos que termine la canción y pensemos.

De nuevo, el arte llevándome a los horizontes de mis pensamientos rutinarios.


   

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