“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre”… sí
quiero acordarme, vivió un escritor de esos que escribía a pluma tras mojarla
en el tintero. Inspirado por las tan leídas novelas de caballerías en su
tiempo, Cervantes se inventó otro de esos libros de caballerías. Pero ese libro
sería diferente. Él ya lo sabía desde el momento que empezó a escribir una de
las obras que más revolucionarían la historia de la literatura. Visto desde la
perspectiva que Cervantes no pudo disfrutar, del todo.
No sabía que teníamos esta perla tan cerca de Toledo. Yo, que ando
absorbido por mis estudios de Dietética y Nutrición, antes de empezar los
exámenes… No me queda ni tiempo ni para ver la tele (literal). Fue mi madre
quien una de esas mañanas de helada por las calles de Toledo y desayunando
dentro de la posada que me ofrece la mía madre, me dijo: “Pues ayer sacaron en
Castilla La Mancha televisión la casa-museo de Cervantes de Esquivias”. Me dio
un cortocircuito en mi cabeza: “¿Esquivias, Cervantes, Esquivias, Cervantes?”
Pero no era menester de parar de comer una magdalena por un asunto tan
pasajero.
“Pues es muy bonita la casa. Además, salía una chica y las visitas son
guiadas. Se dice que Cervantes escribió allí El Quijote.” Y tras una breve
conversación, no se hable más. Allá se anotó en la agenda una visita a la
casa-museo de Cervantes y allá nos fuimos a su debido día, a Esquivias.
Cervantes y Esquivias
Aunque la biografía de Cervantes es apasionante y una gran fuente de inspiración para desarrollar en algún relato, o novela, o teatro, o... Me voy a centrar en la parte que nos concierne. Cervantes, “el manco de Lepanto”, ya llegó a Esquivias con su brazo inútil, pero no se quedó manco, él mantenía su brazo.
Cervantes
malvivía. De hecho, trataba de pedir trabajillos a la Corte dado su currículum
vitae y sus hazañas. Y se nos estuvo a punto de ir a América en el 1582, pero
no se le concede ninguna misión allí. Como Miguel de Cervantes tenía “mucho
tiempo libre”, se entretiene escribiendo alguna novela y otras obras.
En septiembre de 1584, Cervantes viaja a
Esquivias. Su poeta y amigo Pedro Laínez había fallecido, y Juana Gaitán, viuda
de este poeta, trata de dar la tarea a Cervantes de publicar su obra póstuma
“Cancionero”, ya que Juana no sabía cómo abordar esta labor y sabía que
Cervantes se dedicaba al mundo de las letras. Cervantes se hace cargo de esta
misión y se compromete, con documento firmado de por medio, a llevar este “Cancionero” adonde
sea para que se imprima y se publique.
Y es en este viaje donde conoce a Catalina de
Palacios, la mujer que sería su esposa hasta su muerte. Se casan en diciembre
de 1584 en Esquivias. Cervantes tenía 37 años y Catalina 19 años. Una gran
diferencia de edad, 19 años, que no pasó desapercibida para la familia de
Catalina, que ni asistió a la boda: “¿Qué hace Catalina con un soldado viejo y
que ahora le da al señorito por ser escritor?”
Salsa rosa
Bueno, pues mezclamos mayonesa con kétchup,
echamos un poco de whisky... Espera, perdón, que me estoy liando. La salsa rosa
de la época. Y es que “con diálogo todo llega a buen puerto”. Y eso también
pasó con nuestro protagonista, que aunque en la boda no asistiera “ni el tato”,
finalmente ambas familias se llevarían bien, tal como se revela en documentos
que aparecen más tarde.
Pero aquí no dejamos la salsa rosa. Antes de casarse y cuando estaba probando fortuna en aquello de las letras, nuestro poeta tenía su correspondiente amante: Ana Franca. Era una mujer casada y se supone que envuelta en un matrimonio de conveniencia e infeliz. Ana trabajaba en la taberna de su marido, donde servía vino… y Cervantes, que gustaba de “darse una alegría al cuerpo” de vez en cuando, se pasaba por allí y así se conocieron. Tuvieron una hija en 1584: Isabel. Aunque Cervantes reconocerá a su hija mucho más tarde.
Pero sea como fuera, Cervantes se casó muy
poquito después. Exactamente unos días más tarde ¿No sería para tapar su
adulterio? Se quedan muchas dudas abiertas. Como tantas bocas que deja Don Quijote de la Mancha abiertas.
Catalina de Palacios Salazar y Vozmediano
Catalina de Palacios Salazar y Vozmediano era
una hidalga campesina de Esquivias. Y era un muy buen partido para Cervantes y
no al revés. Había fallecido su padre no hacía mucho de cuando se casó y se
ocupaba de cuidar unos viñedos y unas casas que había dejado el difunto. Y la
dote, quizás no fuese enorme, pero suficiente para un “mejor vivir” del
desconocido escritor que era Cervantes en aquel entonces.
Acompañó a Cervantes en sus diferentes viajes
a Madrid, Valladolid… pero Esquivias siempre quedó como una “villa” de
referencia en la vida de nuestro escritor. Aunque al final no tiene
descendencia con Cervantes, sí que se hace cargo de Isabel. De hecho, logran
tener una relación de afecto como queda demostrado en algunos documentos.
Aun así, se cuenta que la relación con
Catalina no fue todo lo idílica que se pudiera pensar. De hecho, Cervantes deja
a su mujer y se marcha a Sevilla. Y poco a poco se van alejando. Y poco a poco
los viajes a Esquivias van siendo menos. Y poco a poco… en todos los sitios
cuecen habas.
¿Y qué encontramos en Esquivias?
Aunque la cuna de “Don Quijote” está
muy disputada, Esquivias quiere jugar sus cartas en esta batalla. Y tiene
argumentos de los buenos. Pasen y lean.
Lo que nos encontramos en Esquivias es una
mansión que guarda todo el encanto de las casas de labradores acomodados del
siglo XVI. Directamente te lleva al tiempo de “El Quijote”. Empezamos la visita
viendo la relación entre los nombres de muchos de los personajes y personas
reales que vivieron en el pueblo. No es de extrañar si Cervantes vivió en
Esquivias y centra su novela en La Mancha, que utilizase muchos de los nombres
para poder trazar un nexo de unión entre su realidad y la ficción que quería
escribir.
Me encanta la escalera que se esconde tras
una puerta muy discreta: Por si acaso Cervantes tenía menester de escabullirse
de algunas conversaciones insulsas y así podía subirse a su escritorio a
escribir en la calma y tranquilidad que ofrecía Esquivias en la época.
Y en esta casa descubrí el celemín. No, no
tenía ni idea de que existía. Una especie de cajón con la medida exacta de un
kilo o lo que fuera. Pero, ya lo sabes que en España somos muy pícaros, lo
llevamos en el ADN aunque no hayan sacado los científicos todavía el
pícaro-gen. Y se cambiaba un poquito el peso y se vendía la mercancía como si
fuera 1 kilo, aunque a lo mejor eran 900 gramos. Pero claro, tu vendes a 10
personas 9 kilos y el décimo es ganancia pura. Chollazo.
Esta casona tiene mucho encanto. Como la
cocina y los utensilios de la época. En la parte de arriba se encuentra el
escritorio. Y vaya calientacamas de la época. Pero sigamos con el escritorio y
el balconcito que tenía Cervantes para vigilar el cotarro. La verdad que es muy
bonita la casa y da gusto pasear por allí con lo bien ambientada que está.
Estuvimos paseando por los patios. Me encantó
la zona de las tinajas con todas las herramientas de labranza de la época. El
sistema de canalización para guardar el vino. Porque el vino de Esquivias en
aquel tiempo era muy famoso. Y se podían hacer muy buenos e interesantes
negocios con el vino. Que se lo pregunten a Cervantes.
Y las cuevas, muy recomendables. Un buen
reposo para el vino en su tiempo, y un buen reposo para la vista en este
tiempo. Además que toda esta casona es una clara demostración del ingenio de la
época. Está llena de detalles muy interesantes y te hacen darte cuenta de que
el ingenio humano va más allá que elegir la música para el bailecito del
próximo vídeo del Tik Tok.
Un detalle, la casa pertenecía a: Don Alonso
Quijada de Salazar. No, no era el padre de Catalina, si no un pariente lejano.
Quijada se acerca mucho a… Quijote. Además, a este hidalgo de Esquivias le
encantaban las novelas de caballerías. Hay muchos parecidos.
Espero que hayas disfrutado mucho de esta
reseña sobre la vida del ingenioso escritor español que (SOR-PRE-SA) no nos
dejó ningún retrato auténtico. Su rostro se ha intentado adivinar de la
descripción que él hace de si mismo en su obra. Y como “Don Quijote”,
dejó muchos aspectos a la libre interpretación. Si quieres, deja algún
comentario para saber qué te ha parecido esta reseña, cómo te imaginas al
Quijote o cómo te fue la última vez que te fuiste a matar gigantes.
Fuentes:
TRAPIELLO, A. (2004). Las vidas de
Miguel de Cervantes. L´Hospitalet: ABC, S.L.
AA VV (1987). Historia de la
literatura española.Volumen II: El siglo de Oro. Esplugues de
Llobregat: PLAZA & JANÉS EDITORES S.A.
AYUNTAMIENTO DE ESQUIVIAS (2021). Casa-museo
Miguel de Cervantes. https://www.esquivias.es/quijote/casa-museo-miguel-de-cervantes
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