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En un lugar de la Mancha llamado Esquivias...

“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre”… sí quiero acordarme, vivió un escritor de esos que escribía a pluma tras mojarla en el tintero. Inspirado por las tan leídas novelas de caballerías en su tiempo, Cervantes se inventó otro de esos libros de caballerías. Pero ese libro sería diferente. Él ya lo sabía desde el momento que empezó a escribir una de las obras que más revolucionarían la historia de la literatura. Visto desde la perspectiva que Cervantes no pudo disfrutar, del todo.

No sabía que teníamos esta perla tan cerca de Toledo. Yo, que ando absorbido por mis estudios de Dietética y Nutrición, antes de empezar los exámenes… No me queda ni tiempo ni para ver la tele (literal). Fue mi madre quien una de esas mañanas de helada por las calles de Toledo y desayunando dentro de la posada que me ofrece la mía madre, me dijo: “Pues ayer sacaron en Castilla La Mancha televisión la casa-museo de Cervantes de Esquivias”. Me dio un cortocircuito en mi cabeza: “¿Esquivias, Cervantes, Esquivias, Cervantes?” Pero no era menester de parar de comer una magdalena por un asunto tan pasajero.

“Pues es muy bonita la casa. Además, salía una chica y las visitas son guiadas. Se dice que Cervantes escribió allí El Quijote.” Y tras una breve conversación, no se hable más. Allá se anotó en la agenda una visita a la casa-museo de Cervantes y allá nos fuimos a su debido día, a Esquivias. 


Cervantes y Esquivias

Aunque la biografía de Cervantes es apasionante y una gran fuente de inspiración para desarrollar en algún relato, o novela, o teatro, o... Me voy a centrar en la parte que nos concierne. Cervantes, “el manco de Lepanto”, ya llegó a Esquivias con su brazo inútil, pero no se quedó manco, él mantenía su brazo.

Cervantes malvivía. De hecho, trataba de pedir trabajillos a la Corte dado su currículum vitae y sus hazañas. Y se nos estuvo a punto de ir a América en el 1582, pero no se le concede ninguna misión allí. Como Miguel de Cervantes tenía “mucho tiempo libre”, se entretiene escribiendo alguna novela y otras obras.          

Echó las cuentas de la lechera, y se lanzó al teatro. Pensaba que sería un mundo más fácil y que obtendría por fin dinero. En su época, un dramaturgo reconocido veía dinero de inmediato. Pero nuestro Cervantes no tuvo suerte como autor de unas comedias: “… corrieron su carrera sin silvos ni baraundas…”. Aun así, Cervantes, gracias al teatro, empieza a entrar en contacto con compañías de “cómicos”, actores, actrices…

En septiembre de 1584, Cervantes viaja a Esquivias. Su poeta y amigo Pedro Laínez había fallecido, y Juana Gaitán, viuda de este poeta, trata de dar la tarea a Cervantes de publicar su obra póstuma “Cancionero”, ya que Juana no sabía cómo abordar esta labor y sabía que Cervantes se dedicaba al mundo de las letras. Cervantes se hace cargo de esta misión y se compromete, con documento firmado de por medio, a llevar este “Cancionero” adonde sea para que se imprima y se publique. 

Y es en este viaje donde conoce a Catalina de Palacios, la mujer que sería su esposa hasta su muerte. Se casan en diciembre de 1584 en Esquivias. Cervantes tenía 37 años y Catalina 19 años. Una gran diferencia de edad, 19 años, que no pasó desapercibida para la familia de Catalina, que ni asistió a la boda: “¿Qué hace Catalina con un soldado viejo y que ahora le da al señorito por ser escritor?” 


Salsa rosa

Bueno, pues mezclamos mayonesa con kétchup, echamos un poco de whisky... Espera, perdón, que me estoy liando. La salsa rosa de la época. Y es que “con diálogo todo llega a buen puerto”. Y eso también pasó con nuestro protagonista, que aunque en la boda no asistiera “ni el tato”, finalmente ambas familias se llevarían bien, tal como se revela en documentos que aparecen más tarde.

Pero aquí no dejamos la salsa rosa. Antes de casarse y cuando estaba probando fortuna en aquello de las letras, nuestro poeta tenía su correspondiente amante: Ana Franca. Era una mujer casada y se supone que envuelta en un matrimonio de conveniencia e infeliz. Ana trabajaba en la taberna de su marido, donde servía vino… y Cervantes, que gustaba de “darse una alegría al cuerpo” de vez en cuando, se pasaba por allí y así se conocieron. Tuvieron una hija en 1584: Isabel. Aunque Cervantes reconocerá a su hija mucho más tarde.

¿No diría nuestro Cervantes nada a Catalina y por ello no quiso reconocer a su propia hija hasta unos años más tarde? Aunque hay dudas incluso de si fue hija suya o una “tapadera” de un desliz que tuvo una hermana de Cervantes. Ahí queda la duda. Aunque esta hipótesis de la “tapadera” suena a un intento por salvar la nobleza de Cervantes, cuya vida no fue ni mucho menos ejemplar. Sí, “Las novelas ejemplares” es un libro suyo.

Pero sea como fuera, Cervantes se casó muy poquito después. Exactamente unos días más tarde ¿No sería para tapar su adulterio? Se quedan muchas dudas abiertas. Como tantas bocas que deja Don Quijote de la Mancha abiertas.


Catalina de Palacios Salazar y Vozmediano 

Catalina de Palacios Salazar y Vozmediano era una hidalga campesina de Esquivias. Y era un muy buen partido para Cervantes y no al revés. Había fallecido su padre no hacía mucho de cuando se casó y se ocupaba de cuidar unos viñedos y unas casas que había dejado el difunto. Y la dote, quizás no fuese enorme, pero suficiente para un “mejor vivir” del desconocido escritor que era Cervantes en aquel entonces. 

Acompañó a Cervantes en sus diferentes viajes a Madrid, Valladolid… pero Esquivias siempre quedó como una “villa” de referencia en la vida de nuestro escritor. Aunque al final no tiene descendencia con Cervantes, sí que se hace cargo de Isabel. De hecho, logran tener una relación de afecto como queda demostrado en algunos documentos. 

Aun así, se cuenta que la relación con Catalina no fue todo lo idílica que se pudiera pensar. De hecho, Cervantes deja a su mujer y se marcha a Sevilla. Y poco a poco se van alejando. Y poco a poco los viajes a Esquivias van siendo menos. Y poco a poco… en todos los sitios cuecen habas.


¿Y qué encontramos en Esquivias?

Aunque la cuna de “Don Quijote” está muy disputada, Esquivias quiere jugar sus cartas en esta batalla. Y tiene argumentos de los buenos. Pasen y lean.

Lo que nos encontramos en Esquivias es una mansión que guarda todo el encanto de las casas de labradores acomodados del siglo XVI. Directamente te lleva al tiempo de “El Quijote”. Empezamos la visita viendo la relación entre los nombres de muchos de los personajes y personas reales que vivieron en el pueblo. No es de extrañar si Cervantes vivió en Esquivias y centra su novela en La Mancha, que utilizase muchos de los nombres para poder trazar un nexo de unión entre su realidad y la ficción que quería escribir.

Me encanta la escalera que se esconde tras una puerta muy discreta: Por si acaso Cervantes tenía menester de escabullirse de algunas conversaciones insulsas y así podía subirse a su escritorio a escribir en la calma y tranquilidad que ofrecía Esquivias en la época.

Y en esta casa descubrí el celemín. No, no tenía ni idea de que existía. Una especie de cajón con la medida exacta de un kilo o lo que fuera. Pero, ya lo sabes que en España somos muy pícaros, lo llevamos en el ADN aunque no hayan sacado los científicos todavía el pícaro-gen. Y se cambiaba un poquito el peso y se vendía la mercancía como si fuera 1 kilo, aunque a lo mejor eran 900 gramos. Pero claro, tu vendes a 10 personas 9 kilos y el décimo es ganancia pura. Chollazo.

Esta casona tiene mucho encanto. Como la cocina y los utensilios de la época. En la parte de arriba se encuentra el escritorio. Y vaya calientacamas de la época. Pero sigamos con el escritorio y el balconcito que tenía Cervantes para vigilar el cotarro. La verdad que es muy bonita la casa y da gusto pasear por allí con lo bien ambientada que está.

Por cierto, que se dice que en esta casa se encuentra la ventana en la que Cervantes se inspiró para describir la escena en la que lanzan desde la biblioteca los libros de Don Quijote a la hoguera. Y según tengo entendido, en Alemania creo que se leyeron “El Quijote” y este pasaje lo interpretaron “muy literal”… (perdón, broma de mal gusto).

Estuvimos paseando por los patios. Me encantó la zona de las tinajas con todas las herramientas de labranza de la época. El sistema de canalización para guardar el vino. Porque el vino de Esquivias en aquel tiempo era muy famoso. Y se podían hacer muy buenos e interesantes negocios con el vino. Que se lo pregunten a Cervantes.

Y las cuevas, muy recomendables. Un buen reposo para el vino en su tiempo, y un buen reposo para la vista en este tiempo. Además que toda esta casona es una clara demostración del ingenio de la época. Está llena de detalles muy interesantes y te hacen darte cuenta de que el ingenio humano va más allá que elegir la música para el bailecito del próximo vídeo del Tik Tok.

Un detalle, la casa pertenecía a: Don Alonso Quijada de Salazar. No, no era el padre de Catalina, si no un pariente lejano. Quijada se acerca mucho a… Quijote. Además, a este hidalgo de Esquivias le encantaban las novelas de caballerías. Hay muchos parecidos.


Espero que hayas disfrutado mucho de esta reseña sobre la vida del ingenioso escritor español que (SOR-PRE-SA) no nos dejó ningún retrato auténtico. Su rostro se ha intentado adivinar de la descripción que él hace de si mismo en su obra. Y como “Don Quijote”, dejó muchos aspectos a la libre interpretación. Si quieres, deja algún comentario para saber qué te ha parecido esta reseña, cómo te imaginas al Quijote o cómo te fue la última vez que te fuiste a matar gigantes.

 

Fuentes:

TRAPIELLO, A. (2004). Las vidas de Miguel de Cervantes. L´Hospitalet: ABC, S.L.

AA VV (1987). Historia de la literatura española.Volumen II: El siglo de Oro. Esplugues de Llobregat: PLAZA & JANÉS EDITORES S.A.

AYUNTAMIENTO DE ESQUIVIAS (2021). Casa-museo Miguel de Cervanteshttps://www.esquivias.es/quijote/casa-museo-miguel-de-cervantes

 


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