Sábado.
Día nublado ahí fuera. Ganas de estar en casa, tranquilo, y ver alguna
película. Pienso en aquella vez que alguien me dijo: “mírate esta peli, te va a
gustar”. Y la verdad que no creo que hubiera llegado a ver esta película si no
llega a ser por la recomendación de un buen amigo mío.
Sabe
que soy cocinero, que me encanta cocinar y comer, y que me gusta disfrutar de
la vida. El título en inglés de esta película: “Eat Drink Man Woman”. De
nuevo, una traducción un poco “libre” del título original al español: “Comer,
beber, amar”. Tenía anotado el título en una de las libretas que utilizo
para escribir ideas o frases o listas de la compra para preparar algún plato
especial. La busqué en Internet, me puse cómodo en el sofá y… ¡a disfrutar!
La globalización
Uno
de los aspectos que más me sorprende y admira del mundo en el que vivimos es la
oportunidad que tenemos de poder disfrutar y compartir conocimientos, culturas,
información… Es algo precioso.
Esta película, de 1994 (spoiler: tenía 4 añitos, je je), fue grabada en Taiwán. Y este hecho me admira: Que en el año 2021 pueda estar disfrutando en mi propia casa en Amberes de una película filmada en Taiwán en el 1994. Y lo que me encanta todavía más: tener la oportunidad de ver otra cultura, de poder conocer otra forma de ver la vida, de descubrir otro mundo sin salir de casa… ¿Quién dijo que fuese necesario reservar un billete de avión o de tren para salir de casa?
En
fin, que todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes en esta vida. Y aunque algunas
veces pensemos que algún tiempo pasado fue mejor, el tiempo presente también tiene
sus joyas.
Una oda a la cocina y la gastronomía
Sin
lugar a dudas, esta película deja buen sabor de boca… y hasta hambre (mucho
hambre). Chu, el padre de una familia formada por 3 hijas, es un reconocido
maestro cocinero. Aparecen bastantes escenas cargadas de respeto y amor por la
gastronomía típica taiwanesa: mucho respeto por el producto, la importancia de
los cortes limpios en la cocina oriental, el cuchillo bien afilado, el proceso
lento que requiere cada cocinado, el cuidado y respeto a la hora de sacrificar
al animal, el orden ritual a la hora de preparar los alimentos…
Como cocinero, me encanta la comida oriental (china, japonesa, tailandesa, vietnamita…). Me transporta a otro mundo, a otras culturas, a otras mentalidades, a otros modos de cocinar la vida. Es una cocina que atrapa, llena de sabores, cocciones largas, aromas…
La
cocina siempre atrapa parte de la esencia de una cultura. La cocina lleva la
tradición de un pueblo en sus formas, su delicadeza, sus maneras, sus sabores…
Pero hablando de otro tema: como en la vida, también sucede algo misterioso mientras cocinamos. Un acontecimiento que conocemos muy bien los cocineros. Y es que, como dice Chu, en muchas ocasiones “… uno pierde el apetito cuando ha terminado de cocinar el plato”. Esta frase me parece una metáfora genial para lo que nos sucede cuando conseguimos ese ascenso tan esperado, o nos compramos ese coche tan ansiado…
Recuerdo una época en la que preparaba muchas cenas y comidas en mi casa. No paraba de cocinar, de levantarme temprano, de preparar esto y aquello… y lo volvería a hacer. Sin embargo, como cocinero, muchas veces no tenía tanto apetito como los comensales que había invitado cuando me sentaba a la mesa.Es curioso
que en ocasiones la ambición desborda al misterio, y una vez alcanzado nuestro
objeto de deseo, miramos hacia atrás y no vemos sentido a la carrera que nos
hemos dado por alcanzar eso. La filosofía oriental me fascina. De hecho, me
escribí un artículo hace bastante tiempo que lo puedes encontrar aquí sobre Confucio
y la filosofía oriental: http://vivirfueradelalgoritmo.blogspot.com/2017/03/la-otra-china-de-cartier-confucio.html
La comida
En el
mundo de la hostelería se lleva grabado a fuego el lema que también se menciona
en esta película: “Comer. Beber. Amar. Las necesidades básicas del ser
humano”.
La
comida aparece en esta película como el medio principal para reunir a varias
personas. Este concepto tan tradicional, tan añejo y tan humano da sentido al
hecho de sentarnos en torno a una mesa. Esta actividad básica, “la hora de
comer”, ha permitido llegar al ser humano a donde está ahora.
Porque
en la película también queda claro que el momento de la comida es un tiempo de
compartir, de dialogar, de hablar, de charlar, de comentar… Sin duda, la comida
significa mucho para el ser humano: tanto a nivel biológico, de nutrición, como
a nivel antropológico y cultural.
Incluso los silencios adquieren un significado especial en torno a una comida.
Me
encanta el contraste que se traza en la película entre la hija más pequeña, que
trabaja en un restaurante de comida rápida, y las preparaciones lentas, a su
ritmo, que realiza el chef en casa. Es una de las muestras más claras de que
todo en la vida lleva su proceso, su tiempo, su cambio y su transformación: ¿No
será que a veces queremos ir demasiado deprisa?
El amor
La
cocina no se entiende sin amor. Si la potencia sin control no sirve de nada,
entonces al que cocina sin amor le falta un ingrediente principal.
En
esta película, el amor forma la trama principal. A través de la búsqueda del
amor se enhebra toda la historia. El amor como un ingrediente que lleva a
encontrar la felicidad. El amor, que progresivamente será encontrado por cada
uno de los personajes del film de diferentes formas y maneras.
Muchas
veces se habla de “clichés”. Pero es curiosamente en los clichés donde más se
distinguen las diferencias entre distintas culturas y distintas formas de ver y
vivir la vida. Es curioso que muchos crític@s traten de señalar determinados
temas recurrentes en el mundo artístico como clichés, repetitivo y aburridos…
cuando todos los seres humanos del planeta Tierra compartimos una gran parte de
nuestro código genético: ¿No será que el ser humano es un cliché en sí mismo?
Me encanta que al final de la película aparezca ese discurso final de: “después de todo, la vida no es como cocinar: no se puede esperar hasta que los ingredientes de un plato estén cada uno perfectamente preparados por separado y tener todo perfectamente dispuesto antes de empezar a cocinar”.
Porque
la vida es tirarse a la piscina, porque la vida sigue su curso… Es curioso que
el ser humano luche por tenerlo todo preparado para la ocasión: conocimiento,
un buen plan, otro mejor plan B… sin embargo, las ocasiones llegan cuando
llegan, y si no estás preparado, pues o te vas preparando con el tren en marcha
o te quedas esperando al siguiente tren.
Esto
me ha sucedido con mi organización culinaria Vlamenco: “¡Hey, Néstor!, vamos a
organizar una comida para este día, ¿puedes venir?”. Al principio, no estaba
preparado para hacer muchas de estas cosas, era muy inexperto para cocinar para
30 personas, pero me lancé a ello y al final he ido aprendiendo mucho de
aquellas cosas que me fallaban al principio.
Y
así, he ido cocinando varios de los “ingredientes” de mi persona hasta
llegar al cocinero que soy hoy.
“El hombre muere por dinero, el pájaro muere por comida”
Para
rematar esta reseña, me encantaría dejaros este precioso proverbio chino que se
menciona en esta película.
¿No da
que pensar? Me quedo dando vueltas a la idea de que el ser humano de vez en cuando pierde de
vista lo esencial.
Una
de las ideas más trabajadas en esta película es la idea de la modernidad
intentando sobrepasar a la tradición. El cambio nos afecta a todos, y de ello
no cabe duda. De hecho, hay escenas en las que queda claro que el éxito efímero,
rápido, económico, volátil… ha ido sustituyendo al sentido que da a la vida los
conocimientos tradicionales pasados de generación en generación.
Este
alejamiento de nuestros valores personales, de nuestra identidad, produce un
claro sufrimiento a nivel personal. Hay una escena genial en la que la hija
mediana recibe una promoción en su trabajo, pero llega en un momento en el que
fallece un gran amigo de su padre chef y en el que toma conciencia de que
mantiene una relación con alguien que solo la quiere para tener sexo.
Esta escena es muy reveladora: ¿Es realmente lo que la sociedad llama progreso, progreso a nivel personal?, ¿Por qué y para qué hago lo que hago?
En fin, la filosofía oriental me chifla. Espero haberos aportado unos cuantos argumentos más para dar trabajo a vuestras neuronas. De nuevo, os vuelvo a animar a leer mi artículo sobre Confucio y la filosofía oriental: http://vivirfueradelalgoritmo.blogspot.com/2017/03/la-otra-china-de-cartier-confucio.html
Nos seguimos viendo en nuestra vida fuera del algoritmo.
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